La transición energética mundial: una realidad inevitable
El calentamiento global tiene en jaque la vida de las especies del planeta, sin embargo, en algunos países desarrollados e incluso de economías periféricas donde tienen asiento y son complacientes grandes transnacionales que compran conciencias políticas, se resisten a adoptar el consenso mundial sobre las reglas para detener su destrucción antes de que lleguemos a punto sin retorno.
El sistema de producción capitalista por naturaleza expoliador y destructivo de la esperanza de vida digna y justa de millones de personas y de los ecosistemas vitales que sustentan la vida de las especies en el planeta, a medida que avanza y se apropia de la explotación y transformación de los recursos naturales, su evolución, en mucho dependerá, de las iniciativas y luchas sociales y populares que permitan detener se sigan produciendo estas consecuencias nefastas sobre la humanidad.
El apetito voraz del capitalismo, en su apogeo, hizo caso omiso a quienes, con la debida antelación, señalaron que el planeta tiene límites y capacidades que deben ser considerados y respetados. El crecimiento de la población y con ella el consumo, fue lo esencial para los dueños de las grandes corporaciones transnacionales de alimentos, energía, insumos agrícolas, farmacéuticas, transporte, telecomunicaciones, el sector financiero, etc., que vieron en ello la forma de amasar inmensos capitales mientras miraban de soslayo el peligro que acecha la vida en el planeta con la contaminación del agua y el mar, los gases con efecto invernadero, la eliminación de millones de hectáreas de bosques, la destrucción de ecosistemas vitales, las emisiones ambientales, el cambio climático, entre muchas más.
Hoy estamos viendo fenómenos climáticos impensados, sequías, huracanes, descongelamiento de glaciares, elevación de la temperatura de la tierra, propagación de enfermedades como el Sars-CoV-2, virus de la Covid-19; grandes tormentas destructivas, aumento del nivel del mar, olas de calor o frío intensos como es el caso inédito de Texas; largos periodos de sequías, modificación de ecosistemas, extinción de especies animales, hambre, aumento de precios, pobreza y destrucción, etc. La respuesta a la supervivencia de la humana y las demás especies naturales no está fuera del alcance de la misma humanidad, si contenemos o no la destrucción y la avaricia de las transnacionales y sus Gobiernos.
Dentro de estos fenómenos adversos, uno de los que mayor impacto representa es el cambio climático, cuyo efecto es producido por la emisión de gases efecto invernadero a la atmósfera, con consecuencias global acumulativo. Y, es aquí, donde entra en juego con mayor énfasis la industria de la energía fósil y los derivados de su transformación: petróleo, gas y carbón. Así es que, a unos 100 años de su predominio, como lo fue el carbón, el reinado de los hidrocarburos está por terminar.
Uno de los pilares fundamentales de la transición energética mundial son los relacionados con la eficiencia energética y la producción de energías limpias que permitan disminuir de manera importante las emisiones de gases de efecto invernadero como el CO2. Ya en muchas partes del mundo, por ejemplo, se viene trabajado en la tarea de descarbonizar el transporte público con la utilización de carros eléctricos o sistemas de movilidad alimentados por electricidad, la eliminación del carbón del sector de generación de energía eléctrica y el incrementando de fuentes eólicas y solar; igualmente, muchos sectores de la industria están haciendo transformaciones técnicas y tecnológicas para una readaptación a energías limpias. Son muchos los cambios que habrá necesidad de hacer para transformar la matriz energética mundial y las costumbres de esta civilización de los hidrocarburos, pues ésta ha sido el origen de energía que desde hace unos 130 años ha movido la industria y los apetitos del capitalismo.
El asunto es cómo se está manejando esta transición que comienza a despegar. Y se dice que comienza, porque el riesgo que aún representan las emisiones de gases efecto invernadero a la atmosfera es latente. ¿Cuál es el enfoque de esa transición?, hay países que vienen manejando una orientación social y comunitaria y de la energía como derecho, sin embargo, siguen siendo las grandes corporaciones las que ven allí el futuro de sus capitales. Parece que la tendencia general es que vamos a seguir pagando sumas exorbitantes por el uso de la energía, la cual ha sido apropiada por unos cuantos para lucrarse con un recurso que es de todos.
Colombia, a pesar de ser considerada la segunda en América Latina en temas de transición, con quizá su mayor avance en la generación de energía, lo cual es todavía insuficiente para un cambio drástico en nuestra matriz de consumo, de la cual dependemos con alrededor del 80% como composición de la oferta de fuentes fósiles. Más, sin embargo, para los ciudadanos, hasta el momento no vemos alternativas en progreso que permitan acceder a estas fuentes de energía o el producto de ellas desde un enfoque social y comunitario.